Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490 / Vol. 25 (Especial) / Sección Dosier
Revista en línea del Grupo de Investigación de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas /
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
www.estudiosdefilosofia.com.ar / Mendoza / 2022 /
.
The Complexity of the Dance
of Forms in
the History of Society:
an Analysis of Brazilian Tropicalismo Based on
Roigean
Notions
Ana Carolina da Luz
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas
y Técnicas (CONICET),
Universidad Nacional de
Córdoba,
Argentina.
Recibido:
11/05/2022
Aceptado:
08/11/2022
Resumen.
En sus propuestas metodológicas
para la elaboración de una Historia de las Ideas
Latinoamericanas, Arturo Roig
sugiere una ampliación metodológica que implica
salir de los marcos del
texto y de las obras de pensadores consagrados en búsqueda de
nuevos objetos de
análisis que representen estructuras diversas de la
manifestación del
pensamiento. La música, por ejemplo, puede ser abordada como una
forma de
producción simbólica en cuya vida interior se ocultan
discursos que brindan
elementos útiles para la elaboración de la historia del
pensamiento de nuestros
pueblos. El presente artículo se vale del empleo de nociones
roigeanas para el
análisis discursivo del Tropicalismo, movimiento musical
brasileño de fines de
la década del 60, con el objetivo de demostrar que los embates
estéticos son
también embates políticos. Desde una valoración
estético-política, explicitamos
algunas categorías que ordenan los discursos
artístico-culturales de esa época
marcada por una modernización autoritaria impuesta por el
régimen dictatorial y
una modernidad aún difusa que se establecía a costas de
él.
Palabras
clave. Tropicalismo, década de
’60, ampliación metodológica, universo discursivo.
Abstract. In his methodological
proposals for the
elaboration of a History of Latin American Ideas, Arturo Roig suggests
a
methodological expansion that involves leaving the framework of the
text and
works of consecrated thinkers in search of choosing objects of analysis
that
represent diverse structures of expression of thought. Music, for
example, can
be approached as a form of symbolic production in whose inner life
discourses
are hidden, which provide elements for the elaboration of the history
of
thought of our peoples. This article proposes the use of Roigean
notions in the
discursive analysis of Tropicalismo, a Brazilian musical movement of
the late
1960s, with the aim of demonstrating that aesthetic demonstrations are
also
political attacks. From an aesthetic-political valuation, we explain
some
categories that compose the artistic-cultural discourses of that time
marked by
an authoritarian modernization imposed by the dictatorial regime and by
a
modernity still diffuse and established at its expense.
Keywords. Tropicalismo,
1960’s, methodological expansion,
discursive universe.
La
historia de la sociedad está hecha de una compleja danza de
formas y es
necesario coraje para enfrentarla (Veloso, C.
2017, 487). Si bien la afirmación es parte de un
comentario de Caetano
Veloso sobre la obra del músico João Gilberto, el
enunciado representa lo que
el mismo Veloso logró junto a Gilberto Gil y les
[1]
demás
tropicalistas en la década del 60 en Brasil: reunir coraje y
enfrentar con
originalidad las viejas formas estéticas de un Brasil carente de
expresiones
artísticas consecuentes con sus transformaciones. Con el mismo
coraje, y a
través del abordaje sociohistórico planteado por el
filósofo mendocino Arturo
Roig (1922-2012), nos proponemos interpretar la función social de
las formas e ideas
del Tropicalismo, manifiestas en los años 60 pero todavía
reverberantes en la
actualidad.
La ampliación
metodológica es uno de
los supuestos teórico-metodológicos desarrollados por
Roig para la elaboración
de una Historia de las Ideas Latinoamericanas. El filósofo
propone salir de los
marcos del texto y de obras de pensadores consagrados y elegir objetos
de
análisis que representen, además de expresiones del
pasado, estructuras
diversas de manifestación de pensamiento que revelen formas de
lucha de
nuestros pueblos latinoamericanos contra la alienación. En este
sentido, la
música se nos presenta como una significativa forma de
producción simbólica en
la cual se ocultan discursos, los cuales brindan elementos para la
reconstrucción de universos discursivos que, a su vez,
revelan de qué
manera los sujetos llevaron a cabo su “hacerse” y su
“gestarse” (Roig, A. 2004, 10). Es
decir, de qué manera
dieron cuenta de pensar sobre su entorno y de pensarse a sí
mismos. En diálogo
con diversas etapas del hacer filosófico, desde el comienzo
hasta los
recomienzos de la Filosofía (Roig, A. 2004, 63),
y especialmente en diálogo con el pensamiento hegeliano, Roig
afirma que la
Filosofía Latinoamericana es posible a partir de un sujeto
latinoamericano que
se toma como valioso a sí mismo. A partir de estos y de otros
supuestos
teórico-metodológicos que serán presentados en el
primer apartado,
desarrollamos un análisis del Tropicalismo, movimiento
artístico-musical brasileño.
En el
contexto de efervescencia cultural de los años 60, el
Tropicalismo nació como
producto de las inquietudes estético-políticas de
Gilberto Gil y Caetano
Veloso. Nacidos y crecidos en Bahía, estado del noreste
brasileño de fuertes
raíces afrobrasileñas e intensa vida cultural, los
cantantes se mudaron a São
Paulo para dedicarse a la carrera musical y ahí profundizaron su
contacto con
distintas corrientes artísticas –literarias, musicales y
cinematográficas–,
como el Modernismo, el Concretismo, el Cinema
Novo y el rock internacional. En 1967, tras diagnosticar que las
corrientes
musicales de aquel entonces no estaban en sintonía con la
realidad y el momento
histórico, decidieron convocar a compañeres artistas a
reuniones que tenían el
objetivo de repensar la música en el país. Se sumaron a
esos encuentros les
músiques Gal Costa, Tom Zé, Nara Leão (1942-1989)
y Jorge Ben, además del
maestro arreglista Rogerio Duprat (1932-2006) y de la banda Os
Mutantes,
compuesta por Rita Lee, Sergio Dias y Arnaldo Baptista. El
diseñador Rogério
Duarte (1939-2016) y los poetas Torquato Neto (1944-1972) y José
Carlos Capinam
contribuyeron con ideas, artes de tapa y composiciones.
El
movimiento llegó a su fin con el exilio de Veloso y Gil en 1969,
por lo cual
fue relativamente efímero. En esos casi dos años de
duración, les tropicalistas
brindaron recitales, lanzaron discos y participaron de festivales
transmitidos
por televisión. El estilo musical tropicalista no se explica por
medio de la
delimitación de un género musical, pues resulta de una
digestión de variadas
estéticas e ideas, digestión que resulta de una praxis
antropofágica
[2]
de
creación, herencia del Modernismo, principal influencia del
Tropicalismo. El Modernismo
brasileño nació con la Semana de Arte Moderno realizada
en
São Paulo en 1922, por lo cual, así como el
filósofo al cual se dedica el
presente dosier, cumple su centenario en este 2022.
En el primer
apartado proponemos un
recorrido por algunos de los supuestos
teórico-metodológicos planteados por
Roig para la elaboración de una Historia de las Ideas
Latinoamericanas. Luego son presentados
elementos para la reconstrucción del universo
discursivo del Brasil de los años 60: el contexto dictatorial,
los discursos
vigentes en el campo musical, las herramientas analíticas
desarrolladas y su
empleo, demostrado a través de los análisis de algunas
letras de canciones del
movimiento. Finalmente, presentamos una valoración
estético-política del
discurso tropicalista combinada con reflexiones respecto a las
prerrogativas
del análisis desde la Historia de las Ideas Latinoamericanas.
La
Historia de las ideas surgió como una disciplina que buscaba
reconstruir el
proceso de formación de las ideas a partir de los escritos de
grandes
pensadores y desde una perspectiva idealista, esto es, desligada del
sustrato y
del escenario social que les daba forma. Lo que distingue la propuesta
del
filósofo mendocino Arturo Roig de esta perspectiva tradicional
es fundamentalmente
su enfoque teórico, el cual entiende las ideas como una
elaboración intelectual
que es fruto y consecuencia de una realidad social determinada: la
latinoamericana. Sin borrar “residuos del pasado” (Roig, A. 2004, 49), Latinoamérica es entendida
como sociedad en
contexto de colonización y colonialidad
[3]
. El a
priori antropológico planteado por el autor envuelve el
supuesto de que la
Filosofía Latinoamericana depende de un sujeto latinoamericano,
un nosotros,
porque solo puede nacer de él. Es decir, el sujeto situado en su
contexto es
condición para el filosofar. “La pregunta es acerca del
hombre como ente
histórico y social y más particularmente, acerca de un
hombre determinado: el
de Nuestra América” (Roig, A. 2004, 27)
afirma el filósofo en diálogo con José
Martí (1891).
“El punto de partida para una definición de ‘lo
nuestro’ y del ‘nosotros’ ha de
ser siempre el sujeto concreto inserto en su mundo de relaciones
humanas desde
el cual recibe o se apropia de las formas culturales, y no lo recibido
en sí
mismo, cuya riqueza intrínseca se juega toda entera en el acto
de recepción” (Roig, A. 2004, 44).
En Teoría
y crítica del pensamiento latinoamericano (2004), Roig
realiza un minucioso
trabajo de lectura e interpretación de pensadores
latinoamericanos como José
Martí, Francisco Bilbao, Simón Rodríguez,
Simón Bolívar, José Enrique Rodo,
Domingo Faustino Sarmiento etc. En diálogo –y a veces en
oposición–
especialmente con el conocido idealista alemán George Hegel,
Roig plantea que
la filosofía no tiene un solo comienzo, sino recomienzos (Roig, A. 2004, 63). El filósofo mendocino
parte de tal problematización para plantear las
características de lo que sería
una Filosofía Latinoamericana. Para ello toma un claro
posicionamiento
político: apuesta por un sujeto latinoamericano que se toma como
valioso a sí
mismo y, por lo tanto, decide ocuparse de su pasado. Roig propone
herramientas
de comprensión desde y para Latinoamérica, una vez que el
entramado social y
político latinoamericano exige instrumentales específicos
que atiendan a sus
complejidades y posibiliten la reconstrucción y el
análisis de la historia de
su pensamiento; así como la sistematización de este
pensamiento, lo que origina
de esta forma una filosofía nuestra, latinoamericana.
La
tradición de estudio de la Historia de las Ideas
Latinoamericanas desarrollada
por Roig propone tanto una teoría sobre el pensamiento
crítico latinoamericano
como una metodología para su reconstrucción y
análisis, las cuales abarcan una
serie de supuestos teórico-metodológicos que no funcionan
de manera
rigurosamente normativa, ya que las posibilidades metodológicas
de distintas
disciplinas pueden ser incorporadas con el fin de acceder a los
discursos
expresos en los casos de estudio.
Roig es
uno de los filósofos que incursionan en el Historicismo
latinoamericano, y la historicidad
se destaca en su teoría como un aspecto esencial, como uno de
los principales
supuestos teórico-metodológicos:
Todo el
problema del comienzo de una filosofía latinoamericana se juega
por entero en
relación con la actitud que adoptemos frente a la palabra de
aquella Lengua,
que se justifica siempre por un pasado y adquiere, por eso mismo, valor
de
mito. […] El comienzo de esa filosofía y su naturaleza,
se encuentra en una
filología, entendida como saber fundante de aquella Palabra, que
aparece como
venida del fondo de un pasado en el que lo histórico se diluye
en lo
ontológico. Los juegos verbales greco-germanos del heideggerismo
no son una
curiosidad más dentro de las diversas escolásticas de
nuestro tiempo, sino una
de las últimas voces de la negación de la cotidianidad,
con su palabra cargada
de presente y poseedora, por eso mismo, de una potencia de
desmitificación.
Desde ese regreso a una empiricidad habremos de lanzarnos al
redescubrimiento
de una Europa de carne y hueso, a pesar de la "Europa esencial" de
los filósofos-filólogos, como también,
ineludiblemente, a un redescubrimiento
de nosotros mismos. Nuestros filósofos académicos que
cayeron en las redes de
aquella filología, negaron todo comienzo del filosofar.
Portavoces de la
Palabra, ecos angustiados de un Espíritu fruto ilegítimo
de un sujeto
dominador, incapaces de una autoafirmación de sí mismos
como valiosos, su
condena ha sido la imitación y la repetición más o
menos ingeniosa, de un
discurso alienado y alienante, revestido de todas las exigencias del
"rigor" académico. (Roig, A. 2004, 54)
En
oposición a esa perspectiva racionalista, el Historicismo
latinoamericano,
surgido en la década de 1940 y representado también por
pensadores como José
Gaos y Leopoldo Zea, sugiere que los sujetos dieron cuenta de pensar su
entorno
y sus circunstancias desde antes de la colonización. Por
supuesto que en
Latinoamérica los registros escritos propiamente
filosóficos, o que cumplen con
criterios de cientificidad, no eran abundantes como en Europa, donde la
filosofía ya contaba con una larga trayectoria.
Latinoamérica dispone, sin
embargo, de un sinfín de formas de producción
simbólica que permiten una
reconstrucción de su pensamiento en distintos momentos. Desde el
Historicismo
latinoamericano se propone, entonces, un reemplazo de la
búsqueda de una
filosofía latinoamericana por la búsqueda de un
pensamiento latinoamericano, ya
que las manifestaciones estudiadas no necesariamente deben cumplir con
métodos
filosóficos. La sistematización de ese pensamiento pasa a
ser, por fin,
filosofía. Si el historicismo propone pensar los sujetos como
seres
radicalmente históricos, en el caso del historicismo propiamente
latinoamericano eso significa partir del presupuesto de una historia de
dominación que se refleja en todos los ámbitos de la vida
humana. A contrapelo
al carácter universal de la filosofía defendido por las
corrientes europeas
racionalistas, el Historicismo latinoamericano defiende que no hay
verdades
universales, pero sí circunstanciales (Castro-Gómez,
S. 2020).
Es en
ese contexto del Historicismo latinoamericano que surge la disciplina
de la
Historia de las Ideas Latinoamericanas, con un potente mensaje
político de
descolonización y con el objetivo de desarrollar
metodologías que den cuenta de
la historicidad de los sujetos latinoamericanos. Desde tal disciplina
se
construye una tradición del pensamiento latinoamericano para
empezar a pensar,
a pensarnos, a partir de ella.
En la
categoría de sujetos es donde se evidencia nuestra
naturaleza histórica.
Los sujetos cargan, siempre, historicidad. La presencia de un nosotros
latinoamericano oculto en el nivel discursivo de los textos es otro de
los
supuestos de la propuesta roigeana:
La sociedad
se nos presenta como ser y deber ser, como positividad y como proyecto,
y el
sujeto, cuya individualidad únicamente puede ser comprendida
desde la matriz
social, no escapa a esa polaridad que hace a la marcha misma del
hacerse y del
gestarse. Siempre, por cierto, ese “sujeto empírico”
se dará para sí mismo y
para los demás mediado por los lenguajes en el horizonte del
discurso […]. (Roig, A. 1987, 12)
El nosotros
hace referencia, justamente, a los actores de los procesos
históricos y de las
manifestaciones discursivas. La comprensión de nosotros,
los sujetos
latinoamericanos, es lo que permite identificar nuestras formas de
alienación
y, por ende, problematizar posibilidades de liberación.
Otro
supuesto es el de las categorías sociohistóricas,
que funcionan como
pares categoriales y representan un proyecto y un diagnóstico
[4]
. Estela
Fernández Nadal (1999) destaca que las categorías poseen
“una carga
valorativa”, es decir, una función axiológica
respecto al “deber ser social”,
que cumplen un papel de “regulación y orientación
de la praxis” (Fernández-Nadal, E. 1999, 22).
Las categorías
funcionan, así, como ideas que acumulan y sintetizan
significados sociales,
ordenan los discursos y la realidad de un lugar y una época y
dan cuenta de sus
circunstancias conflictivas. Al cargar en sus significados ciertas
oposiciones
ideológicas, las categorías sociohistóricas
revelan la conflictividad de una
época. Toda época está definida por luchas
sociales y la conflictividad es
natural de cualquier proceso histórico, por lo cual esas
oposiciones
categoriales están presentes en los discursos de las expresiones
simbólicas de
cualquier lugar, en cualquier tiempo. En el supuesto roigeano de conflictividad
es intrínseco el carácter conflictivo propiamente
latinoamericano, resultante
de la situación de colonización, de colonialidad, de
dependencia y de la
relación opresor-oprimido (Roig, A. 1984, 132).
La
reconstrucción de un universo discursivo es otro de los
supuestos
teórico-metodológicos que se insertan en la
tradición de la Historia de las
Ideas Latinoamericanas. Tal concepto se refiere a la totalidad de las
posibilidades discursivas, conscientes o no, en un lugar y en una
época. La
búsqueda por la reconstrucción de un universo discursivo
–o parte de él–
posibilita una comprensión de las ideas que motivaban a los
sujetos en tales
circunstancias espaciales y temporales. El universo discursivo es
reconstruido
a partir del ejercicio de analizar la dialéctica discursiva (de
nivel
ideológico) con el fin de acercarse a la dialéctica real
(de nivel de los
hechos), teniendo en cuenta el discurso vigente y el discurso
contrario. Dialéctica discursiva
y dialéctica real son entonces
algunas de las estructuras formales conceptualizadas
por Roig: “El ‘discurso contrario’, si pensamos que
este se da como una
denuncia de un ‘discurso vigente’, lo que hace es
justamente una tarea de
decodificación de los modos de dialecticidad discursiva” (Roig, A. 1984, 136). Tal labor teórica
implica la comprensión de
una relación dialógica entre texto y contexto, en la cual
el contexto es el
discurso contrario inmediato. Considerando que las interpretaciones
pasan por
el nivel discursivo, sería imposible inferir una
dialéctica real. Sin embargo,
esta se expresa en la dialéctica discursiva, por lo cual el
ejercicio de
reconstrucción del universo discursivo posibilita un mayor grado
de
aproximación a ella. Tal como afirma Roig: “no hay hechos
económicos o sociales
en bruto, sin la mediación de formas discursivas. La
confrontación no se da,
por tanto, entre una realidad desnuda y las teorías o doctrinas,
científicas o
no, de la misma, sino entre formas discursivas, a una de las cuales se
le
atribuye la virtud de ser la ‘realidad’, mientras que a la
otra se la declara
‘reflejo’” (Roig, A. 2004, 31).
Los textos
analizados desde la Historia de las Ideas Latinoamericanas no son
necesariamente estructuras escritas, como bien aclara Adriana Arpini
(2003).
Pueden ser formas de producción simbólica pasibles de ser
leídas como textos.
Como se ha dicho anteriormente, una de las particularidades de la
propuesta
roigeana es, de hecho, la invitación a una ampliación
metodológica de los casos
de estudio (Roig, A. 1984):
Se entiende
que un texto filosófico es propiamente "pensamiento", pero no lo
es
menos una novela, producción en la que la presencia de ideas es
innegable, aun
cuando se nos muestren arropadas por la imaginación. Si tomamos
los casos
presentados como los extremos de este imponente corpus que constituye
la
expresión escrita latinoamericana, y siempre que atribuyamos a
la filosofía una
"dignidad" de conocimiento científico, podríamos decir
que todo él se
mueve entre la ciencia y la creación, ya sea ella narrativa o
"poética". Las palabras no son fáciles de manejar y la
prueba está,
de modo más que evidente, en el hecho de que la "ciencia"
también es
creación y tiene su parte "poiética" e inversamente, que
los ropajes
imaginarios suelen tener en su seno pensamientos, ideas, que en
más de un caso
valen más que un "discurso científico". (Roig, A. 1987, 2)
Por
ende, expresiones también artísticas y culturales son
pasibles de ser leídas
como textos, como es el caso del movimiento musical tropicalista. Es en
el
texto y en el lenguaje donde se encuentran inmersas las formas
discursivas que
posibilitan inferir tanto las categorías sociohistóricas
como el universo
discursivo.
[…] el
lenguaje no es únicamente un fenómeno que pueda ser
analizado desde el punto de
sus estructuras formales, profundas o de superficie, sino que es
asimismo un
“tesoro”, una realidad compuesta de signos que son a la vez
significantes y
significados. Todos ellos orgánicamente relacionados sobre la
base de múltiples
formas codificadas por esa misma sociedad. De esta manera es el
lenguaje un
“reflejo” que contiene, de manera mediatizada, la realidad
social misma. (Roig, A. 1984, 132)
El lenguaje
funciona como una forma de mediación entre el discurso y la
realidad,
representando “la naturaleza misma de los signos”. Entre
las formas de
objetivación posibles, como “el trabajo, el juego, el arte
o la ciencia” (Roig,
A. 1984, 132), Roig destaca el lenguaje como el lugar donde estas
confluyen:
El estudio
del discurso, tal cual aquí lo planteamos, supone la
afirmación de una
autonomía relativa de lo discursivo. Ésta surge de un
hecho no siempre
suficientemente subrayado, cuyo desconocimiento puede llevar en sus
casos
extremos a negar la posibilidad y el real valor que reviste el estudio
de la
expresión discursiva. Nos referimos concretamente a la
naturaleza del lenguaje
como mediación de todas las formas de vida real concreta. (Roig, A. 2004, 31)
En la
concepción roigeana, como fue dicho anteriormente, el universo
discursivo se
refiere a la totalidad de los discursos posibles en un contexto
espacial,
temporal y social. Muchos de esos discursos se encuentran ocultos en la
mediación discursiva y su deducción depende de un
exhaustivo análisis de textos
en los que se ha cristalizado el pasado. Aun así, la Historia de
las Ideas es, antes
que nada, historia. Realizamos, por lo tanto, una
breve contextualización histórica del Brasil de los 60
con los aportes del
historiador brasileño Marcos Napolitano (2014). Nos apoyamos,
además, en el
concepto de nacional popular trabajado por el sociólogo
también
brasileño Marcelo Ridenti (2014) para dar cuenta de los
principales
acontecimientos del campo político, así como de sus
efectos en el campo
artístico-cultural: el golpe de 1964, la dictadura
cívico-militar (1964-1985) y
la combinación de políticas represivas y de
promoción cultural.
El
movimiento tropicalista surgió públicamente en 1967 y su
propuesta estética se
planteaba como una respuesta tanto a la dictadura como a la izquierda
tradicional. Son necesarias algunas contextualizaciones
históricas para
entender por qué Caetano Veloso afirma que el Tropicalismo se
posicionaba “más
allá de la izquierda”
En los
primeros años de la década del 60 Brasil vivió
“el punto más alto de las luchas
de los trabajadores brasileños” (Gorender apud Ridenti,
2014, 36). Este clima
progresista del comienzo de la década motivó una serie de
movimientos que
buscaban una “traducción estética y cultural de las
ecuaciones políticas”
El
romanticismo revolucionario supondría la idealización de
un hombre (sic) del
pueblo, de raíces rurales, todavía no contaminado por la
lógica capitalista (Ridenti, M. 2014, 24).
La idealización de este
sujeto del pasado funciona como combustible para la lucha
revolucionaria, de
manera que el desarraigo del tiempo presente es el ingrediente
básico de
utopías románticas, en las cuales se piensa, con
elementos del pasado, la
construcción de un futuro. Ridenti señala que el pasado
estaba allí donde la
modernización no había llegado, por eso se buscaban en
él aspectos que
permitieran combatir una deshumanización consustancial al
capitalismo. “No se
trataba de proponer la condena moral de las ciudades y la vuelta al
campo, sino
de pensar, en base a la acción revolucionaria a partir del
campo, la superación
de la modernidad capitalista cristalizada en las ciudades” (Ridenti, M. 2014, 25). Las izquierdas
buscaban, por lo tanto, disciplinar el arte comprometido de manera que
respondiera
al ideal de lo nacional popular, valoraban expresiones
artísticas y folclóricas
del interior del país y rechazaban tendencias que no fueran
originariamente
brasileñas.
En los
primeros años de la dictadura, el régimen evitó
una represión generalizada y
apostó al mercado cultural, ya que este era un sector importante
para la
modernización y el anhelado desarrollo. En sus primeros
años, por lo tanto, el
régimen logró combinar su política represiva con
políticas de promoción
cultural. Como bien afirma Napolitano, para los militares la “ida
al público”
por parte de les artistas era preferible a la “ida al
pueblo” (Napolitano, M. 2014, 103). Esa
política de
equilibrio llegó a su fin en diciembre de 1968, a partir de la
publicación del
Acto Institucional número 5, conocido como AI-5, el más
autoritario y violento
de la historia del régimen. De 1968 a 1976 el país
vivió el auge de la
represión, en el que primaron la censura, la tortura, la
persecución a
opositores y la desaparición de presos políticos. Pocos
días después de la
publicación del AI-5, Gilberto Gil y Caetano Veloso, principales
ideólogos del
Tropicalismo, fueron apresados tras la acusación de desacato a
la bandera y al
himno nacional. Después de tres meses en prisión y
algunos más en régimen de prisión
domiciliaria, fueron “orientados” a exiliarse. Su exilio en
Londres duró tres
años.
Con el
objetivo de ordenar los discursos del campo musical, presentamos las
demás
corrientes musicales de la época, las cuales brindan elementos
significativos para la comprensión de los textos y contextos del
Brasil de la
década de 60: Jovem
Guarda, Bossa Nova, MPB
(Música Popular Brasileira) y Música de
Protesta.
Jovem
Guarda es el nombre
del programa de televisión presentado por les cantantes de iê
iê iê (así
era llamada la música que se empezó a hacer en Brasil
tras la fuerte influencia
del rock internacional). En clara alusión a los Beatles, el iê
iê iê se
caracterizaba por abordar temáticas románticas desde un
lugar de insubordinación
juvenil, al mejor estilo James Dean en la película
“Rebelde sin causa” (1955).
El programa televisivo Jovem Guarda
era presentado por les principales artistas de la corriente musical
homónima:
Roberto Carlos, Erasmo Carlos y Wanderléa. El programa fue
ideado por una
agencia de publicidad con el propósito de asociar los
ídolos del iê iê iê
a productos comerciales, en búsqueda de influenciar el
comportamiento y
especialmente los hábitos de consumo de la juventud
brasileña (Paixão, C. R. 2013), lo
que representó una
novedosa y rigurosamente planeada estrategia de mercadotecnia. Esa
inclinación
mercadotécnica, sumada a la incorporación de la guitarra
eléctrica y a una
menor preocupación por la composición y la técnica
musical, creaban un abismo entre
la Jovem Guarda y las demás
corrientes musicales de los años 60 brasileños. Para les bossanovistas, por ejemplo, defensores de la
erudición musical, la Jovem Guarda pecaba en
términos de
calidad musical.
Según
Cambraia Naves (2000) la Bossa Nova
no resultó de un proyecto explícito, a pesar de nacer de
la obsesión de su gran
maestre, João Gilberto (1931-2019), por crear un estilo con
ritmo y armonía
novedosos. Al fusionar el samba carioca con el jazz y sostener una
preocupación
por la erudición, los bossanovistas
lograron crear producciones sofisticadas, a la altura del mercado
musical
internacional. En sus recitales bastaba “un rinconcito y una
guitarra”
[5]
, en el
cual le artista se presentaba con ropas casuales y rompía con la
extroversión
característica de las grandes estrellas disfrazadas de los
festivales de música
transmitidos en la televisión. Para les bossanovistas,
el escenario era solo una consecuencia del real enfoque de su trabajo:
la
composición. Sostenidas por melodías delicadas e
intimistas, las letras
trataban especialmente del amor romántico, la
idealización de una figura
femenina, el samba mismo y el homenaje a sus raíces: las
tradiciones
afrobrasileñas. Los principales nombres de la Bossa
Nova en la época eran Vinícius de Moraes, Tom Jobim y
Baden
Powell, además de João Gilberto, quien ha influenciado
profundamente al
tropicalista Caetano Veloso. Si bien la Bossa
Nova incorporaba elementos populares en sus letras, las
temáticas no
tendían a una crítica explícita a la dictadura
como hacía la Música de
Protesta.
El arte
y la música cumplen, intencionalmente o no, un papel
ideológico y por lo tanto
político. Hay corrientes musicales, sin embargo, que se
caracterizan por la
instrumentalización política, es decir, se caracterizan
específicamente por su
crítica de los problemas sociales enfrentados en el momento de
su
manifestación. Es el caso del Nuevo Cancionero en Argentina, por
ejemplo, y
también de la Música de Protesta en el período de
la dictadura cívico-militar
brasileña. Los principales nombres de la corriente fueron Chico
Buarque y
Geraldo Vandré, compositores e intérpretes de
icónicas canciones de resistencia
y de denuncia a la represión y al autoritarismo. Tanto Buarque
como Vandré
fueron exiliados durante el régimen.
¿Pero
el Tropicalismo no se encuadraba, también, como canción
de protesta? Sí. Y no.
Sin dudas su música protestaba contra la dictadura, pero la
Música de Protesta,
en tanto corriente musical, asume y se vincula a la perspectiva de las
izquierdas defensoras de lo nacional popular y contrarias a la
vinculación de
les artistas con el mercado discográfico aspectos criticados y
superados por el
Tropicalismo.
En la
década del 60, la sigla MPB surgió para caracterizar una
corriente más bien por
lo que no era: si no era de protesta, no era iê iê
iê y no era Bossa Nova, era simplemente
“música
popular brasileña”. Sus principales nombres eran Elis
Regina y Jair Rodrigues,
quienes presentaban un programa de televisión llamado O fino
da bossa.
Un aspecto esencial de la MPB es su oposición a la
utilización de la guitarra
eléctrica y a la incorporación de influencias
internacionales en búsqueda de
sostener una supuesta pureza de la música nacional.
En ese
entramado se puede visualizar la intrigante novela del campo musical
brasileño:
para la MPB, la Jovem Guarda
traicionaba a la cultura nacional por incorporar el rock y la guitarra
eléctrica; la Música de Protesta acusaba a todes,
especialmente a la Jovem Guarda, de alienación
y
despolitización; para la Jovem Guarda
y la Música de Protesta, el exceso de erudición de la
Bossa Nova impedía su
mayor aproximación al público. Como si todo eso no
bastara, en 1968 un nuevo
personaje surge en el escenario: el movimiento tropicalista.
Si bien
no se trataba de un escenario de guerra, el momento más
emblemático de tal
novela se dio cuando representantes de la MPB organizaron una marcha en
defensa
de la música nacional, conocida como Passeata contra a
guitarra elétrica.
La
investigadora Cláudia Regina Paixão (2013) demuestra que
el ímpetu de la
manifestación provino de la caída de audiencia del
programa O fino da bossa,
mientras el programa Jovem Guarda crecía
significativamente. O fino da
bossa fue entonces rebautizado
como Frente
única da música popular brasileira. Lo que
inicialmente era una manifestación de la clase artística
“en defensa de lo que
es nuestro”, como decían los carteles, terminó
siendo interpretado también como
un ataque a les que incorporaban el rock y la guitarra eléctrica
en sus
producciones, elementos interpretados tanto por la MPB como por la
Música de
Protesta como inserciones imperialistas en la música nacional.
El 17 de julio
de 1967, artistas y aficionades marcharon en São Paulo,
liderades por Elis
Regina. Paixão (2013) cita una entrevista a Jair Rodrigues,
quien aclara que el
sentido original de la marcha fue enturbiado, cuando la real
intención era
mostrar la unión de les artistas.
En el
mismo año de 1967, la institución Ordem dos
Músicos do Brasil determinó
la exigencia de un examen de teoría musical para que les
músiques pudieran
ejercer la profesión, lo que imposibilitó el trabajo de
muches de les artistas
del iê iê iê, quienes respondieron a la
medida con un “manifiesto del iê
iê iê contra la ola de envidia” (Napolitano apud
Paixão 2013). Tal hecho
revela el enorme elitismo y el autoritarismo presentes en el campo
musical,
incluso entre artistas de izquierda o contrarios a la dictadura. Es
también
contra esos dogmatismos que la crítica tropicalista se posiciona.
Para la
investigación más amplia (de la cual el presente
artículo es solo una parte)
analizamos los 15 discos tropicalistas lanzados entre 1967 y 1969,
período de duración del movimiento, y un disco lanzado en
1972 que es la
grabación de un recital en vivo realizado en 1969. Un total de
179 canciones son analizadas a través de lo que
bautizamos cuadros del universo sonoro.
Al
tener en cuenta los supuestos teórico-metodológicos y las
estructuras formales
de la propuesta roigeana, desarrollamos una herramienta que permite
analizar
las letras de las canciones y también sus aspectos musicales.
Somos
conscientes, por supuesto, de las limitaciones que envuelve la labor de
un
abordaje sociohistórico de la música. Por tal motivo,
cuando hablamos de
limitaciones nos referimos a que el análisis aquí
presentado no es un análisis
musical basado en partituras o lenguaje musical propiamente, pero
sí un
análisis de los discursos identificados en un movimiento
musical. La
herramienta desarrollada es el cuadro del universo sonoro, que
corresponde al análisis de un disco entero. En la primera
columna del cuadro se
insertan los nombres de las canciones; en la segunda, la letra o parte
de ella
que nos sirven como fuente de datos o citas; en la tercera, nuestras
consideraciones sobre la canción; y, finalmente, en la cuarta
columna, los
significados inferidos a partir del análisis. Para tal
análisis discursivo
fueron observadas letra y música, además de, en algunos
casos, los comentarios
de sus compositores. Hemos tenido en cuenta tanto la semántica
de las letras
como el lenguaje del canto y las elecciones de ritmos e instrumentos. A
partir
de los significados inferidos nacieron las conceptualizaciones de la
investigación.
Entre
los significados inferidos se destacan los topónimos
Bahía, São Paulo, Rio de
Janeiro y Brasilia. Es decir, persisten las referencias a lugares tanto
en las
letras de las canciones como en las elecciones de ritmos o
instrumentos. El samba
enredo, por ejemplo, es genuinamente carioca; así como el berimbau,
instrumento de la capoeira, es alusivo a Bahía. Aparecen,
además, alusiones
literales, cuando tales lugares son nombrados en las letras. Es
interesante
notar cómo la dimensión espacial tiene un papel
fundamental en el discurso
tropicalista. Es más: el movimiento no se explica sin el
diálogo entre Bahía y
São Paulo; sin el enfrentamiento del interior con la capital, de
lo folclórico
con lo moderno, de lo rural con lo urbano, de lo sofisticado con lo
anticuado.
Para
dar cuenta de los topónimos presentes en el corpus documental,
desarrollamos la
categoría de geosignificantes. Cada topónimo es
un geosignificante de
potente carga simbólica porque refleja aspectos de las
circunstancias en el
Brasil de los años 60. El geosignificante Bahía, por
ejemplo, representa el
lugar de origen de la mayor parte de les integrantes del movimiento y
en muchas
canciones es homenajeada por elles a través de la referencia a
sus infancias, a
las bellezas naturales, a su equipo de fútbol, a las playas, a
los puntos
turísticos y especialmente a las tradiciones
afrobrasileñas. En la canción Aquele
abraço (1969), Gil afirma que Bahía le dio “la
regla y el compás” para
trazar su camino por el mundo.
El
geosignificante São Paulo da cuenta de las percepciones y
experiencias de la
juventud en el ambiente urbano, las nuevas posibilidades de consumo y
la
modernización autoritaria del régimen dictatorial;
refleja “el pueblo infeliz
bombardeado de felicidad”, tal como afirma Tom Zé en la
tapa del disco Grande
liquidação (1968). Tal disco es un fiel retrato del contexto de les citadines bajo la
modernización
paulistana de los años 60. Salido del interior de Bahía
hacia el principal
centro económico y cultural del país, Tom Zé
logró comunicar su vislumbre y su
crítica con irreverencia y buen humor, como se observa en la
canción São,
São Paulo:
São, São
Paulo
Quanta dor
São, São Paulo
Meu amor
São oito milhões de habitantes
De todo canto em ação
Que se agridem cortesmente
Morrendo a todo vapor
E amando com todo ódio
Se odeiam com todo amor
São oito milhões de habitantes
Aglomerada solidão
Por mil chaminés e carros
Caseados à prestação
Porém com todo defeito
Te carrego no meu peito
(São, São Paulo, Tom Zé, 1968)
Con
esta canción Tom Zé ganó el primer lugar en el
Festival de Música Popular
Brasileña de la TV Record en 1968. A excepción del dato
sobre la población de
São Paulo (en 1968 eran 8 millones de habitantes, hoy son
más de 12 millones)
la letra sorprende por la atemporalidad y por la fiel
representación de la
capital. Si bien se muestra asombrado por la velocidad de los
acontecimientos
ocurridos en la ciudad y el consumo desenfrenado, Tom Zé
vislumbra belleza en
el caos de São Paulo. Esta relación paradójica,
“amando con odio y odiando con
amor”, refleja el escenario de una población cuya
alternativa posible frente a
la modernización fue adaptarse, asombrada por el crecimiento de
“las flores de
concreto”, como afirma el compositor, y el bombardeo de un
mercado cada vez más
diverso y pujante al consumo a través de la publicidad. Esto se
observa también
en Parque industrial, composición de Tom Zé que
integra el LP Grande
liquidação y también el disco-manifiesto Tropicalia
ou panis et
circensis (1968). En este último la canción fue
interpretada en conjunto
por Tom, Gil, Veloso, Gal y Os Mutantes.
Retocai o céu de
anil
Bandeirolas no cordão
Grande festa em toda a nação
Despertai com orações
O avanço industrial
Vem trazer nossa redenção
Tem garotas-propaganda
Aeromoças e ternura no cartaz
Basta olhar na parede
Minha alegria
Num instante se refaz
Pois temos o sorriso engarrafado
Já vem pronto e tabelado
É somente requentar
E usar
É somente requentar
E usar
Porque é made, made, made, made in Brazil
Porque é made, made, made, made in Brazil
(Parque industrial, Tom Zé, 1968)
Al
hablar de una “sonrisa embotellada” que viene “lista
y tabulada” para solamente
“calentar y usar”, les tropicalistas aluden
metafóricamente al consumo y a los
efectos de la propaganda. Llaman la atención también
acerca de la
sobrevaloración de producciones internacionales importadas,
comúnmente
consideradas de mejor calidad que las nacionales, y desarrollan una
crítica de
la alienación artística y también política.
Al usar la expresión en inglés made
in Brazil ponen en evidencia su intención de no negar lo
internacional,
pero sí digerirlo antropofágicamente y también ser
parte de ello. Con relación
a la sonoridad, la investigadora Oliveira Guimarães
(2013) identifica el tono satírico de la canción
en la utilización
de trompetas, que van de un ritmo más afín a una marcha
militar hacia otro más
circense, ridiculizando, así, el civismo característico
del régimen
dictatorial.
El
geosignificante Rio de Janeiro, así como el de Bahía,
abarca la reivindicación
de una identidad afrobrasileña, aspecto evidenciado
especialmente en el disco Jorge
Ben (1969), del artista homónimo, quien describe el
cotidiano urbano de las
favelas cariocas y compone una matriz estética que sale en
defensa de las
clases marginalizadas.
En las
representaciones que el tropicalismo hace de Brasil, Brasilia se
conforma como
un geosignificante que figura como símbolo máximo del
proyecto de
modernización. La ciudad fue planeada y construida por el
presidente Juscelino
Kubitschek durante la década de 50 con el propósito de
fundar una nueva capital
para el país. JK, como es popularmente conocido, fue elegido con
la promesa de
que el país crecería “50 años en 5”, y
la industrialización, el desarrollismo y
el crecimiento económico fueron sus principales promesas. En la
canción Alegria,
alegria (1968), de Caetano Veloso, la experiencia de la
modernización es
representada a través de la mención a Brasilia y a
elementos de la cultura de
masas de los 60:
Caminhando contra
o vento
Sem lenço e sem documento
No sol de quase dezembro
Eu vou
O sol se reparte em crimes
Espaçonaves, guerrilhas
Em cardinales bonitas
Eu vou
Em caras de presidentes
Em grandes beijos de amor
Em dentes, pernas, bandeiras
Bomba e Brigitte Bardot
O sol nas bancas de revista
Me enche de alegria e preguiça
Quem lê tanta notícia
Eu vou
Por entre fotos e nomes
Os olhos cheios de cores
O peito cheio de amores vãos
Eu vou
Por que não, por que não
Ela pensa em casamento
E eu nunca mais fui à escola
Sem lenço e sem documento
Eu vou
Eu tomo uma Coca-Cola
Ela pensa em casamento
E uma canção me consola
Eu vou
(Alegria, alegria, Caetano Veloso, 1968)
El
“caminar contra el viento sin lienzo y sin documento”
demuestra la actitud
obstinada y libre de formalidades del enunciador. Elementos
representados en Las
noticias como crímenes, naves espaciales y guerrillas,
así como caras de
presidentes, grandes besos de amor, bombas y Brigitte Bardot hacen
clara
alusión a los medios de comunicación, sean
periódicos, noticieros, revistas o
el cine. La mención exhaustiva de esos elementos simboliza la
sensación de
bombardeo que generaba la avalancha de información y productos
culturales de
consumo. La mención de Coca-Cola, cuyo consumo es naturalmente
asumido por el
yo poético, es una probable provocación a la izquierda de
la época, marcada por
el romanticismo revolucionario y para quien la Coca-Cola era el
símbolo máximo
del imperialismo y del consumismo capitalista a ser combatido.
Por entre fotos e
nomes
Sem livros e sem fuzil
Sem fome, sem telefone
No coração do Brasil
Ela nem sabe até pensei
Em cantar na televisão
O sol é tão bonito
Eu vou
Sem lenço, sem documento
Nada no bolso ou nas mãos
Eu quero seguir vivendo, amor
Eu vou
Por que não, por que não?
Por que não, por que não?
Por que não, por que não?
(Alegria, alegria, Caetano Veloso, 1968)
Brasilia
es representada en la canción como “el corazón de
Brasil”. Con un sentido de
cansancio y rechazo hacia la realidad que se le presenta, el yo
poético
transmite el anhelo de liberarse de ciertas amarras. Las
representaciones del
geosignificante Brasilia, por lo tanto, tienen el sentido de
problematizar
cuestiones que atravesaban la vida de la población en el
contexto de una
modernidad aún difusa.
La
conceptualización resultante de la identificación de
significados a través de
los cuadros de universo sonoro envuelve, además de los
geosignificantes, cuatro
aspectos esenciales, no desarrollados en el presente artículo
pero sí citados:
1. La digestión de la alteridad resultante de la praxis
antropofágica
tropicalista, que posibilita la explicitación de una
dimensión decolonial del
movimiento; 2. La utilización del sarcasmo y de la irreverencia
en los
discursos del movimiento, en búsqueda de generar un “dolor
de panza moral”
A pesar
de que existe una larga producción
académica sobre el Tropicalismo, se trata de un movimiento que,
cuando se lo
analiza a fondo, se revela más heterogéneo y complejo de
lo que aparenta
inicialmente. Por eso, seguir estudiándolo desde distintas
perspectivas
teórico-metodológicas es un ejercicio que a menudo brinda
nuevos frutos. Al
emplear en nuestro estudio el marco teórico-metodológico
roigeano para la
construcción del pensamiento latinoamericano, en especial su
sugerencia de
ampliación metodológica, el núcleo
estético-político del movimiento se puso en
evidencia y posibilitó reflexionar sobre la dimensión
estética en la disciplina
de la Historia de las Ideas Latinoamericanas, además de
contribuir a los
debates sobre lo popular, sobre estética decolonial y sobre
cultura y política
en los años 60 en Brasil y en Latinoamérica.
La historia
de las ideas constituye un campo de
investigación más lleno de posibilidades que la
tradicional historia de la
filosofía. En efecto, la afirmación del sujeto que
conlleva una respuesta
antropológica y a la vez una comprensión de lo
histórico y de la historicidad,
no requiere necesariamente la forma del discurso filosófico
tradicional. Mas
aún en formas discursivas no académicas, en particular
dentro del discurso
político en sentido amplio, se ha dado esa afirmación del
sujeto, la que si
bien no ha estado acompañada siempre de desarrollos
teoréticos, los mismos
pueden ser explicitados en un nivel de discurso filosófico y,
como contraparte,
muchos desarrollos teoréticos se han quedado en el simple
horizonte de lo
imitativo repetitivo, precisamente por la carencia de aquella
autoafirmación
fundante, o por el modo ilegítimo con que se la ha concretado,
todo lo cual ha
impedido un auténtico comienzo del filosofar. De esta manera,
una teoría y
crítica del pensamiento latinoamericano no puede prescindir del
quehacer
historiográfico relativo a ese mismo pensamiento. La historia de
las ideas,
como también la filosofía de la historia que supone,
forman de este modo parte
del quehacer del sujeto latinoamericano en cuanto sujeto. (Roig, A. 2004, 12)
No se
trata de que otros abordajes
metodológicos en cuanto al Tropicalismo resulten insuficientes,
pero el nudo
entre Roig y el Tropicalismo posibilita explicitar cuestiones que tal
vez
quedarían ocultas desde la mirada de otras disciplinas. Se
identifica una
compatibilidad de ideas entre el a priori antropológico
de un sujeto que
se toma como valioso a sí mismo y un sujeto brasileño
presente en el discurso
tropicalista, el que atraviesa una modernización autoritaria y
resiste a la
dictadura militar y a su imposición de una supuesta pureza
cultural, un sujeto
que en su cotidianidad, en el campo o en la ciudad, guarda en sus
lenguajes y
en su praxis los discursos que revelan las contradicciones de la
época, así
como sus improntas de resistencia y liberación.
Con
relación a las categorías sociohistóricas
pudimos condensar, tras el análisis de los significados
inferidos en las
canciones, dos principales pares dicotómicos: el de pureza e
impureza y el de
modernización autoritaria y modernización
antiautoritaria. Los discursos
defensores de la tradición, de las izquierdas que cargaban la
bandera de lo
nacional popular, resistían a la modernidad, a lo erudito, a lo
internacional y
al mercado cultural, defendían la pureza de la tradición
y el compromiso
político; rechazaban la modernización y las
lógicas mercadotécnicas. Mientras
tanto, los discursos de modernización de los sectores burgueses
partidarios del
régimen oprimían veladamente las tradiciones del Brasil
profundo, el Brasil impuro,
y manifestaban un compromiso más que nada con la modernidad
burguesa
capitalista y, por consiguiente, con el mercado.
Los
embates
estéticos son embates políticos. Lo popular es
político. La manera como el
Tropicalismo se relaciona con lo popular es política porque
enfrenta los discursos
dicotómicos de su época; los supera. El movimiento se
inserta inteligentemente
en el mercado cultural sin someterse a sus recetas de arte para vender
y logra,
así, difundir masivamente un “arte impuro”,
según la definición de Roig (Roig
apud Asselborn, Cruz y Pacheco 2009, 76). La praxis artística
tropicalista
asume el deseo y la necesidad de modernización, participa de
ella sosteniendo
una postura crítica del régimen que la promovía de
manera autoritaria, la
limitaba al ámbito económico y así mantenía
un estricto conservadurismo y
patriarcalismo colonial. El Tropicalismo
funciona como
un movimiento que da continuidad a lo que el modernismo de los
años 20 había
empezado en Brasil: el ejercicio de afinar el arte con la realidad,
entendiéndola como un universo en el cual orbitan pasado,
presente y futuro,
proponiendo una flexibilidad, una contaminación positiva de la
alteridad, una
apertura a sus impurezas.
Para
la
izquierda romántica revolucionaria defensora de lo nacional
popular, el
Tropicalismo pecaba al incorporar influencias internacionales e
integrarse a la
industria cultural, por lo cual su potencial político de
denuncia del régimen
dictatorial no era reconocido. El movimiento de la Bossa
Nova, por ejemplo, nacido entre las élites artísticas
de Rio
de Janeiro, por más que homenajeara a la cultura
afrobrasileña y buscara un
compromiso político, producía una música en la
cual las experiencias cotidianas
y urbanas de los sujetos no encontraban resonancia. El Tropicalismo,
por otro
lado, al incorporar “formas artísticas consideradas
descaracterizadoras de la
cultura brasileña” (Coelho, C. 1989, 163), es decir,
formas no hegemónicas, y a
la vez usar elementos populares del nordeste y de las favelas,
logró
comunicarse con las masas, con les demás artistas, con las
izquierdas y con los
militares, transmitiendo complejos mensajes que asumen los problemas y
contradicciones del momento. El movimiento puso en evidencia el
nacionalismo
enfermizo que dominaba tanto a derecha como a izquierda y propuso una
revisión
de la función social del arte y del ideal de pueblo.
La
metodología empleada, entonces, posibilitó el desarrollo
de aspectos novedosos
en comparación con otras producciones académicas sobre el
Tropicalismo.
Destacamos, por ejemplo, la elaboración de la categoría geosignificantes,
para la cual nos basamos en lugares significativos presentes en el
universo
lírico de las letras y de los discursos sonoros para configurar
un mundo de
sentido.
El
movimiento tropicalista ha sido un importante precursor en romper con
patrones
dominantes a través de sus ideas. Con irreverencia y una actitud
anárquica
respecto a los valores burgueses, rompió con la estética
dominante y combinó
elementos de la moderna música internacional y del Brasil
profundo, impuro, el
Brasil negro y rural. El movimiento se apropia valientemente de una
realidad
todavía campesina pero ya urbana e internacionalizada, asume la
experiencia
estética de las masas urbanas y campesinas en toda su impureza.
Al hacerlo,
plantea una relación de diálogo y horizontalidad distinta
a la postura
paternalista de la izquierda tradicional respecto a la cultura popular,
la cual
debería preservar una supuesta pureza aceptable al gusto
pequeñoburgués,
hegemónico, blanco, heteronormado. Es ahí donde el movimiento no solo
sugiere repensar lo popular como lo
repiensa, coordina su producción artística con su
crítica y su ideal de
sociedad. A través de su complejo abordaje de la experiencia de
los sujetos del
Brasil de los 60, el movimiento logra
denunciar una
incompatibilidad entre la modernización promovida por la
dictadura y el lado
oculto de la modernidad que se instauraba a costas de ella.
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Cozella, Sandino Hohagen. Producción: João Araújo.
1968. Grande liquidação.
Rozenblit.
[1]
Partimos de una crítica de la razón
patriarcal, desde la cual
proponemos el empleo del lenguaje inclusivo en el texto. Por lo tanto,
utilizamos los artículos neutros “le” y
“les”; y las terminaciones en “-e” y
“-es” en aquellas palabras en las que no sea necesaria la
diferenciación de
géneros. Se mantienen las formas originales en las citas y
cuando se trata de
categorías conceptuales.
[2]
La antropofagia en el
Modernismo
brasileño es una metáfora con raíces en culturas
indígenas caníbales que creían
adquirir las cualidades de quienes se comían. Les modernistas
proponen una
devoración de la alteridad, de lo que es externo y ajeno. Se
trata de una
devoración crítica, opuesta al consumo alienado de
tendencias y productos
importados. El diagnóstico modernista identificaba un Brasil
cuya producción
artística se limitaba a reproducciones hechas según
recetas y modelos no
brasileños, por lo cual sugería un redescubrimiento del
país. Solo esa búsqueda
posibilitaría superar la “importación de
consciencia en lata”
[3]
Según Quijano
[4]
El ejemplo más emblemático es
“civilización y barbarie”, del
discurso sarmientino, en el cual la “civilización”
funciona como una
posibilidad performativa para la sociedad y la “barbarie”,
como un diagnóstico
de lo que debe ser combatido. El ejemplo citado representa un par
categorial
que condensa las principales ideas presentes en los discursos de los
sujetos
latinoamericanos del siglo XIX.
[5]
En referencia a la letra de la conocida canción
“Corcovado” (1959),
de João Gilberto.