Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490 / Vol. 27 / Sección Dosier
Revista en línea del Grupo de Investigación de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas /
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
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Manifiesto de simpoiéticas del sur.
Feministas tramando sobre técnicas y tecnologías

Manifesto of southern sympoietics.
Feminists plotting about techniques and technologies

Bea Barbosa 

Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Maria Eva Benamo

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),

Universidad Nacional del Sur. Argentina.

Ayelen Cavalli

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),

Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina.

Aldana D'Andrea

Universidad Nacional de Rio Cuarto, Argentina.

Natalia Beatriz Fischetti

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),

Universidad Nacional de Cuyo. Argentina.

Andrea Torrano

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),

Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.

Recibido: 06-11-2023

Aceptado: 14-02-2024


Resumen. Este trabajo expresa nuestro nacimiento como colectivo movido por el interés por los estudios feministas sobre técnicas y tecnologías situados en el Sur en clave no antropocéntrica y materialista. El mismo constituye una trama colaborativa en formato de Manifiesto, que da cuenta de nuestro posicionamiento ético-político, mediante cinco preguntas que estructuraron los debates colectivos que dieron lugar al texto, elaborado por investigadores de diversas trayectorias académicas y militantes.

Palabras clave. tecnologías, técnicas, feminismos, Sur.

Abstract. This work expresses our birth as a collective motivated by the interest in feminist studies on techniques and technologies located in the South in a non-anthropocentric and materialist key. It constitutes a collaborative plot in Manifesto format, which gives an account of our ethical-political positioning, through five questions that structured the collective debates that gave rise to the text, prepared by researchers from various academic and militant backgrounds.

Keywords. Technologies, Techniques, Feminisms, South.



Manifestándonos


Este trabajo recoge la intervención realizada en el XI Coloquio Internacional de Filosofía de la Técnica: "Disrumpir la disrupción: cartografiando las transformaciones de la filosofía de la técnica", en Río Cuarto, Córdoba, Argentina, a finales de octubre de 2023. El coloquio fue testigo de nuestro nacimiento público como colectivo interesado por los estudios feministas sobre técnicas y tecnologías. Pero nuestra/s historia/s con perspectivas filosóficas y sociales sobre tecnologías es anterior, se fue haciendo desde trayectorias diversas y búsquedas diferentes. No obstante, nos une la urgencia, la necesidad y el deseo de encontrarnos para tramar desde los feminismos del sur en su pluralidad y diversidad.

Recuperamos tradiciones de los feminismos situados en el sur, en clave no antropocéntrica y materialista. Nos posicionamos desde una crítica al poder del anthropos moderno -varón, blanco, occidental, nortecentrado, propietario, heterosexual- que impuso la perspectiva del capital, la colonialidad y el patriarcado.

Nos propusimos escribir este manifiesto mediante cinco preguntas articuladoras, que ordenaron los intercambios y debates que tuvimos durante varias semanas, en reuniones virtuales, investigadores de distintas universidades nacionales, de diversos puntos del país y trayectorias. Juntas redactamos colaborativamente este texto. El mismo procuró ser la base de acuerdos generales con el fin de abrir un espacio otro de construcción de conocimientos y prácticas investigativas, que hasta el momento han tenido poca visibilidad en el campo de la filosofía de la técnica.

La elección de “manifiesto” como género para expresarnos no es casual: se trata de un posicionamiento ético político. Recuperamos el gesto de los feminismos que han usado el manifiesto como forma de construcción política y epistémica, habilitando un espacio de diálogo entre la academia y los activismos. 

En este manifiesto recurrimos a la escritura y al soporte visual -que fueron proyectadas en XI Coloquio Internacional de Filosofía de la Técnica- que acompañaron a nuestras voces enredadas en nuestra intervención y que aquí también se hacen presentes.


¿Por qué feministas? ¿Y qué feminismo?


Desde los años 70 del siglo XX comienzan a aparecer trabajos críticos en torno a la tecnología, que no sólo cuestionan la invisibilización y subordinación de las mujeres, sino también la constitución del género, de la sexualidad, de los cuerpos, de las subjetividades, de las formas de vida, etc., desde una perspectiva feminista. Existe gran diversidad entre las distintas corrientes que integran los llamados Estudios feministas sobre tecnología, es por eso que, cuando hablamos de feminismo, debemos hablar en plural, ya que se trata de un heterogéneo y diverso conjunto de perspectivas.

Nuestro feminismo, aunque también habitado por diferencias, muchas de las cuales iremos descubriendo en nuestro andar, tiene algunas certezas, o quizá mejor, ciertos acuerdos que nos permiten entrelazarnos. El primero, y más fundamental, es que nuestra mirada no se dirige a conseguir una supuesta igualdad -al modo de los feminismos liberales y neoliberales-. Estos feminismos se centran en el acceso de las mujeres y disidencias a las tecnologías digitales, industriales y empresariales, ámbito absolutamente masculinizado. Entienden que las tecnologías son neutrales en relación al género, por lo cual el sexismo podría ser corregido si se desarrollan acciones positivas a favor de la incorporación de mujeres y diversidades. Esto tiene como consecuencia que mujeres y diversidades seríamos responsables de nuestra inclusión, a través de la capacitación y la actitud pro-activa y del empoderamiento, propias del emprendedurismo.

Por el contrario, nosotres apostamos por un feminismo crítico, que tenga en su horizonte la transformación. Esto no significa desconocer que mujeres y diversidades hemos sido excluides o, en el mejor de los casos, incluides de manera subordinada. Estamos convencides que es necesario promover acciones que concienticen y reparen esta situación, pero también entendemos que se trata mucho más que de eso. Es necesaria una transformación radical, que implique la invención común contra la explotación (laboral, doméstica y de cuidados), la expropiación (de territorios y saberes), las opresiones sobre nuestros cuerpos (generizados, racializados, sexualizados) y la sospecha de falta de competencia y de autoridad epistémica que recae sobre nosotres. Apostamos por una vida en común que destituya a la heterosexualidad como régimen político (Wittig, M., 2006, 17) y a la diferencia sexual como heteropartición de los cuerpos que asegura la explotación material de un sexo sobre otro (Preciado, P. 2011, 17).

Sabemos que el feminismo tiene que hacer alianzas estratégicas con quienes históricamente han sufrido los embates del patriarcado y su heteronormatividad obligatoria, por eso también nos entrelazamos con personas cis, travestis, trans, no binarias o de género no-binario, intersexuales y con toda la diversidad sexo-genérica en vistas a una queerización de los cuerpos y la vida. Nuestro feminismo no sólo mira al género como fuente de las opresiones, sino, como nos han enseñado las feministas marrones, negras, decoloniales, comunitarias, lesbianas, queers/cuirs, también debemos atender a la clase, la raza, la nacionalidad, la etnia, la religión, la sexualidad, el capacitismo, que componen la trama de las múltiples opresiones que sufren los cuerpos, atravesados por el colonialismo, el racismo, el capitalismo y el patriarcado. Nuestras experiencias y vivencias son diferentes, pero esto no impide que podamos hacer alianzas poderosas. Buscamos una política de la afinidad -no de la identidad- que no puede concebirse como totalizadora ni unitaria, sino como parcial (Haraway, D. 1995), para no invisibilizar las desigualdades y dominaciones intra-género.

Habitamos la academia que, aunque nos ha otorgado ciertos privilegios, también nos expone a violencias cotidianas y estructurales. Hemos sido profundamente dañadas por la lógica académica y de la Ciencia y la Tecnología (con mayúsculas), que nos ha expulsado, marginado, acallado, invisibilizado, violentado. Necesitamos regeneración, por eso este feminismo también es reparador y nos contiene y “sostiene con un dedo” (Laudecina, M. 2023).

Nuestro feminismo es materialista, porque nuestra mirada crítica está atenta a denunciar las múltiples explotaciones y opresiones, porque sabemos que las mismas se ejercen no sólo con humanos, sino también con no-humanos. Nuestro feminismo, entonces, es más-que-humano desde un punto de vista ontológico, epistemológico, ético y político; en su afán de derribamiento de las fronteras modernas que jerarquizan lo humano sobre lo no-humano, lo artificial sobre lo natural, lo individual sobre lo colectivo, lo vivo sobre lo no vivo y en pos de poner en valor la relacionalidad, el ensamblaje y el mutualismo como creadores de mundo (Tsing, A. 2023). 

Nuestro feminismo tiene especial interés en las tecnologías, en las tecnologías de información y comunicación, en la robótica y la inteligencia artificial, en las biotecnologías, pero también en las tecnologías domésticas, las técnicas cotidianas y las prácticas técnicas.

Nuestro feminismo busca, en su devenir, ser también insistentemente situado, capaz de contar nuestras historias colectivas parciales y en proceso, sin pretensiones universalizantes ni totalizantes, persiguiendo el entramado de la común-unidad (Gutiérrez Aguilar, R. 2016) para resistir a la crisis que nos atraviesa en múltiples direcciones.

Nuestro feminismo cuestiona a la racionalidad moderna y occidental, que supone un sujeto individual portador de una racionalidad única; por el contrario, sabemos que el pensar es siempre con otres, esto es, pensar en "fructífera relación" (Haraway, D. 2020, 21). Por eso, el pensar-con es un pensar con cuidado, que implica reconocer la multitud de relaciones, de interdependencias entre personas, seres y cosas. No supone estar a cargo sino implicades con el qué/quien cuidamos y cómo nos comprometemos -a través de políticas de solidaridades, divergencias y alianzas más-que-humanas para generar entrelazamientos situados (Puig de la Bellacasa, M. 2012, 2017).

No desconocemos que vivimos en tiempos de contraofensiva contra los feminismos. El giro neoconservador y neofascista que adquiere cada vez más fuerza concibe a los feminismos como una amenaza, los convierte en una suerte de enemigos internos a los que hay que eliminar (Gago, V. 2019). Porque los feminismos hoy son los que hacen tambalear al poder hegemónico, porque despliegan su potencia de transformación y permiten imaginar y poner en práctica formas de vida anticapitalistas, anticoloniales, antiespecistas, diversas y antipatriarcales.

Figura 1. Feminismos


¿Por qué simpoiéticas?


Nos encontramos con el término simpoiesis leyendo a Donna Haraway, en Seguir con el problema (2019). Haraway presenta el concepto de simpoiesis (retomado de la ambientalista Beth Dempster (1999), y lo diferencia del concepto, más conocido y difundido, de autopóiesis.

El término griego poiesis significa creación, producción, generación. Dentro de los estudios de la segunda cibernética -y de la importante tradición cibernética del Sur (Medina, E. 2016)-, se recupera el término griego poiesis para aludir a la producción de la organización de los sistemas (Hayles, K. 1999). Poniendo el foco en la poiesis, es posible comprender lo real en términos de redes tejidas por relaciones generativas dinámicas y no a partir de elementos predefinidos y sus propiedades distinguidas.

La cibernética nos ha hablado de sistemas autopoiéticos, que son aquellos sistemas capaces de autoproducirse. Lo que se ha observado es que en el caso de sistemas vivos, la organización se genera en una permanente dinámica circular, es decir, la organización del sistema produce su propia organización. Esto no implica una individualidad autónoma y autosuficiente, ya que los sistemas están estructuralmente acoplados a su entorno y mantienen una relación constante de intercambio de información-formación. En tal sentido, los sistemas autopoiéticos y su entorno no son independientes, sino que co-devienen, manteniendo entre sí una relación de intercambio recurrente que hace que entre sistema y entorno haya una coherencia estructural y una coparticipación en un proceso histórico común. Ahora bien, el concepto de autopoiesis implica acentuar la capacidad del sistema para producir sus propios límites -sus fronteras- conforme deviene su propia actividad autogenerativa. Y aquí es donde encontramos, de la mano de Haraway, una limitación epistémica y política crucial: “Los sistemas autopoiéticos son interesantísimos (...). Pero no son buenos modelos para mundos vivos y agonizantes y sus bichos” (Haraway, D. 2019, 63).

Haraway y Depster complejizaron la apuesta sobre los modos de generación y regeneración y, ante la importancia dada al prefijo “auto” en la noción de la cibernética de autopoiesis, arrojan la noción de “simpoiesis”.

Aquí, hoy, declaramos que ya no necesitamos heurísticas de la producción de unidades y fronteras, necesitamos historias y conceptos que nos ayuden a ver y a crear vínculos generativos complejos, colaborativos y raros. Si autopoiesis sirvió para señalar la capacidad de ser generade por une misme, simpoiesis nos puede hablar de la capacidad no sólo de generación, sino también de regeneración y recuperación-con otres en un mundo dañado. El término simpoiesis considera así la dimensión de la vulnerabilidad y la sostenibilidad; acentuando los modos de vinculación por afinidad y la capacidad de co-creación amorfa habilita un relato de un mundo en regeneración no reproductiva. Un cambio en el prefijo puede cambiar por completo el modo en que indagamos las posibilidades del co-devenir.

Así, el cambio del prefijo “auto”- (que alude a lo propio o a procesos realizados por une misme) por el prefijosim”- (del griego syn o sin que significa “con”, “juntes”, “a la vez”), no implica la negación de la autopoiesis, sino un cambio de foco sobre la complejidad de la trama de lo real y lo posible. No es tanto una corrección a la cibernética, como un intento por recordar y destacar que ningún sistema poiético, ninguna generación, es autocreación autosuficiente. Simpoiesis y autopoiesis destacan diferentes aspectos de la complejidad sistémica (Haraway, D. 2019, 102), pero insistimos, importa qué palabras usamos para nombrar qué cosas y contar qué historias. Un cambio de prefijo puede significar un cambio político y especulativo relevante en la responsabilidad de nombrar-contar el devenir desde una perspectiva situada.

En nuestro contexto actual de crisis socioambiental mundial, denominado a veces como “Antropoceno”, con manifestaciones particularmente preocupantes para humanes y no humanes en el sur global, y especialmente nocivas para las mujeres y diversidades, la poiesis, los modos de generación y regeneración, pueden ser mejor considerados en términos de simpoiesis, un generar-con, devenir-con, ser-con y también pensar-con otras especies. Se trata de una apuesta por una política, una episteme, una ontología y un imaginario relacional y multiespecie, en donde el relato de la autoproducción de la unidad orgánica muestra ser superado por el de la co-producción de la complejidad naturocultural (Cavalli, A. 2022). Apostamos por una trama de pensamiento tentacular como forma de tejido entrelazado, que habilite las prácticas de pensar-con y pensar colectivamente, desde y para tiempos y mundos semiótico-materiales posibles de ser vividos.

Nos llamamos “simpoiéticas” porque creemos en la necesidad de un relato para la continuidad y para una recuperación-con-otres aún posible.

Figura 2. Simpoiesis


 ¿Qué entendemos por tecnologías, técnicas y prácticas técnicas?


Los sistemas simpoiéticos parecieran implicar un tipo de poiesis en el que se observa la posibilidad de la emergencia -o individuación- a partir de relaciones que no agotan los términos en tensión, ni los abarcan en su totalidad. Dichos sistemas estarían comprendidos por relaciones de interioridad y exterioridad entre sus partes y las partes de otros sistemas, siendo, sin embargo, entidades irreductibles a esas relaciones y a esas partes. Así, junto a la simpoiesis cobra relevancia un modo de existencia co-constitutiva, inter e intra relacional que, consideramos, puede resultar muy inspirador para un pensamiento actual sobre las técnicas y las tecnologías, y el esfuerzo de su mapeo: habilitan un abordaje en el que la emergencia a partir de la relación en la diferencia, en la incompatibilidad, en la crisis, etc., no sólo es posible sino que es, tal vez, inherente a ese tipo de organización compleja. 

En este sentido, nuestra intuición es que la mirada simpoiética nos permite considerar el sentido de la tecnicidad en tanto mediación. Esto es, se trata de una perspectiva que posibilita cambiar el foco de análisis desde la pregunta por qué es la técnica en sí misma, o cuáles son sus efectos u objetivos, hacia el punto de vista de su modo de existencia relacional. La mediación técnica así comprendida puede entonces abordarse desdoblada en, por lo menos, dos campos de preguntas: aquellas dedicadas a examinar las condiciones de la propia emergencia y determinaciones intrínsecas de las técnicas y tecnologías; y aquellas orientadas a dilucidar los tipos de relaciones, organizaciones y sistemas que las técnicas y las tecnologías condicionan, producen y bloquean, en aquellos mismos sistemas de los que emergieron y en los que participan.

El abordaje simpoiético del entramado del mundo es además relevante para re-orientar el estado caótico al que están expuestos los sistemas micro y macro políticos que enfrentan las disrupciones tecnológicas, climáticas y sociales adyacentes. Formaciones sistémicas de toda índole están cerca de sus límites vitales -si no es que no han colapsado ya-. Esta situación acontece a veces por cesuras y rupturas dramáticas, pero también por automatismos tanáticos, asociaciones parasitarias y reticulaciones temblorosas incapaces de producir novedad, orientación ni estructuras que posibiliten un desarrollo no coercitivo de la subjetividad, la materialidad, o los ganglios productivos de la vida. Se trata de grandes desplazamientos sin precedentes, epistemológicos, tecnológicos y políticos, que afectan tanto a la representación e imaginarios del mundo, como a las tecnologías sociales con las que producimos valor y sentido, como es el caso de la definición de la soberanía energética y somática de algunos cuerpos vivos sobre otros. La disrupción produce disforia, pero no en el sentido de angustia por la inadecuación a una verdad que se nos niega, sino en el sentido de que toda verdad ofrecida sostiene muy poco nuestras existencias. Disforia disruptiva del estado de ánimo, en la que, como se advierte rápidamente, el rol de las técnicas y las tecnologías no es en absoluto inocuo, aunque sus especificaciones sean lo contrario a evidentes.

Sostenemos aquí que las teorías feministas de la tecnología han abordado de manera temprana y profusa esta dysphoria mundi (Preciado, P. 2022), este estado disruptivo y las problemáticas que lo atraviesan y que por ello deben ser consideradas como un campo de estudios en sí mismo con su linaje de discusiones propias, pero también deben ser incorporadas como insumo vital al flujo de discusiones actuales sobre la temática. Se ha discutido la neutralidad de la tecnología frente a los fenómenos sociales y su carácter instrumental (Wajcman, J. 2006), su linaje ligado al capital (Federici, S. 2016), su potencial emancipador (Firestone, S. 1976), se ha advertido la genderización de las tecnologías, el paradigma de la mujer en la tecnología, la tecnología genderizada así como también la  agencia productiva de las mismas sobre los géneros existentes, entre otros. Entendemos, por ello, que una teoría de la tecnología que se considere realmente crítica debe necesariamente incorporar y ocuparse de estas discusiones y del entramado de relaciones que en tal sentido, emergen según las relaciones de género y sus intersecciones.

Para comprender a éstas últimas se hace imprescindible construir una mirada desde el sur latinoamericano, que permita examinar las múltiples opresiones que nos constituyen en las intersecciones de género, de clase, de raza, para de este modo avizorar un presente otro de resistencia y transformación. Es desde el sur que sugerimos cuestionar la Tecnología, con mayúsculas (Hester, H. 2023), hegemónica, y abrir el campo de discusiones a otras categorías menos excluyentes como la de “tecnologías” en plural, “técnicas” y “prácticas técnicas”. Términos que nos ayuden a tejer las prácticas comunes, los afectos y los saberes que conforman una común-unidad que haga posible la resistencia y la (re) existencia. Esto no significa, por supuesto, renegar de los desarrollos realizados desde las distintas teorías feministas de la tecnología del norte, sino revisitarlos y apropiarlos de una manera situada, entendiendo que existe una singularidad del fenómeno técnico y tecnológico que no debemos descuidar. En este sentido, la presente es una apuesta por una indagación académico-activista situada.

Hablamos de técnicas -y las distinguimos de las tecnologías- ya que este término nos permite abarcar un ámbito más amplio que el de las tecnologías, con el cual se suele aludir a las tecnologías modernas -industriales y/o digitales-, que incluyen prácticas que son parte de la vida cotidiana, como el tejido, el bordado, el procesamiento manual de alimentos, por nombrar algunas, que son reivindicadas por feminismos populares, comunitarios, indígenas, afros. Estas prácticas permiten recuperar otros saberes y experiencias, a distancia de la racionalidad moderna y occidental (Torrano, A. y Fischetti, N. 2018).

La perspectiva simpoiética o relacional también se puede abordar desde la noción de “práctica técnica” en clave interseccional, a partir de algunas experiencias de lucha de comunidades indígenas en nuestro continente. Desde esta perspectiva, se busca dar cuenta del modo en que las prácticas técnicas participan dentro de entramados relacionales otro-que-humanos, las cuales implican conflictos y tensiones, y logran ciertas estabilizaciones –momentáneas y precarias– dando lugar a la co-emergencia de diversos mundos y sus existentes. Esto implica un carácter relacional bidireccional, ya que las formas o configuraciones que devienen de las estabilizaciones de los entramados relacionales restringen o habilitan ciertas posibilidades de desarrollo tecnológico (Cavalli, A. 2023a).

La gran separación que la Modernidad ha realizado entre naturaleza y sociedad/cultura, implica la existencia de una realidad objetiva (naturaleza o mundo) y diversas construcciones simbólicas o interpretaciones de la misma (cultura). En el primer ámbito encontramos un conjunto de modos de existencia que son considerados como asuntos de hechos por la ciencia y la técnica moderna, mientras el segundo ámbito se constituye como propio de lo social y político (Latour, B. 2012). La ciencia se arroga el monopolio de acceso a lo real, mientras que el resto de las formas de conocimiento y existencia quedan relegadas en el marco de perspectivas culturales y, en muchos casos, posiciones políticas irracionales (Blaser, M. 2019). El desarrollo de la modernidad eurocéntrica ha generado un proceso de destrucción de otros mundos. Lo que está en juego es más que una puja de interpretaciones de grupos sociales relevantes en torno a cierto desarrollo tecnológico. La conflictividad política está dada por la posibilidad de componer un mundo en común, donde diversos mundos puedan co-existir. Desde el campo de la ontología política, esto implica el reconocimiento de conexiones parciales entre mundos, que procuran evitar el avasallamiento de lo no-común (Blaser, M.; De la Cadena, M. 2018).

Particularmente, las mujeres y diversidades han tenido un lugar predominante en la motorización y coordinación de estrategias de re-existencia de sus mundos, mediante el desarrollo de prácticas técnicas innovadoras. Tal es el caso de la organización de mujeres indígenas y campesinas de Paraguay (CONAMURI), dentro del cual participan las lideresas de muchas comunidades indígenas, quienes están al frente de la resistencia frente expulsión violenta de sus territorios por parte del avance sojero; impulsan talleres de formación en agroecología, donde proponen un diálogo de saberes con las técnicas occidentales de agricultura y las prácticas tradicionales de sus pueblos; generan cooperativas de trabajo y circuitos de comercialización de cercanía y precios justos, disputando a lógicas capitalistas; y reconocen como actores humano y no-humano con atributos políticos y sociales, como el río-hermano (CONAMURI, 2023, 2020).

Siguiendo esta perspectiva relacional de las prácticas técnicas en clave interseccional, podemos mencionar otro ejemplo en el extremo norte de nuestro continente, como es el caso del Centro de Investigación sobre Futuros Indígenas, perteneciente a la red interinstitucional Iniciativa para Futuros indígenas, coordinado por la red de trabajo Territorialidades indígenas en el Ciberespacio[1], de la Universidad de Concordia, en Montreal (Canadá)[2]. Este centro recupera los métodos indígenas y combina enfoques de investigación en la creación de arte y tecnologías para la recuperación de conocimientos y prácticas indígenas. Por ejemplo, allí se promueven investigaciones indígenas mediante el diseño de videojuegos, con el fin de propiciar la recuperación de la historia oral en peligro de desaparición y la imaginación política que sea terreno de re-invención de los modos de ser indígenas, tal como es el caso del videojuego diseñado por indígenas de Hawai, relatado en el documental “Past-future forward[3]. Asimismo, se puede mencionar el caso recientemente presentado por dicho Centro, sobre el desarrollo de inteligencia artificial programada por una mujer indígena, para la enseñanza y aprendizaje de idiomas indígenas que están en peligro de desaparición a niños, niñas y adolescentes indígenas. 

Solo mencionamos estos casos a modo de ejemplo de muchas experiencias de pueblos amerindios que nos permiten visibilizar el lugar que las mujeres y diversidades - desde una perspectiva que cuestiona las formas de dominación de clase, género, raza y etnia -  tienen en el desarrollo de prácticas técnicas, que permiten el tejido de entramados relacionales otros-que-humanos (other-than-human) (De la Cadena, M. 2014) para la re-existencia de aquellos mundos avasallados por el proyecto occidental moderno onto-fagocitante.

Siguiendo a Marisol de la Cadena (2014), nos referimos a “otro-que-humano” para evitar la separación humano-no humano, propia de la Ontología moderna y dar cuenta del carácter dinámico, relacional y posicional del devenir humano como logro comunitario, que otorga atributos sociales y políticos a animales, plantas, ríos, dioses, etc. A partir de un trabajo de campo en torno a los conflictos generados por el proyecto minero a cielo abierto en la región del Ausangate, la antropóloga peruana señala que es posible identificar la existencia de entidades cuyo modo de ser no puede definirse simplemente como humanas o no-humanas. Las comunidades indígenas conciben su existencia inseparable de los seres-tierra, como elles se refieren a la montaña. Es decir, elles son en-con-el-ayllu, son-con los lugares que habitan.

En esta línea, desde la perspectiva Mbyá guaraní, las prácticas técnicas, que incluyen hacerse una casa como hacerse un cuerpo, son indisociables del establecimiento de las alianzas políticas con diversos tipos de entidades (Cavalli, A. 2023b). La reinvención de mundos es posible mediante estrategias políticas de hermanamientos que generan “parentescos extraños” (Haraway, D. 2019), mediante prácticas de cuidado (Puig de la Bella Casa, M. 2011), entre ríos, semillas, mujeres, silicio, investigadoras, dioses, entre otros. En los parentescos queer toma relevancia la dimensión afectiva de las relaciones entre humanos y no-humanos, tanto orgánicos como inorgánicos. Estas alianzas son posibles por la existencia de conexiones parciales entre mundos (Strathern, M. 2004), ya que estos no son monolíticos ni cerrados.

Hablar de “Futuridades indígenas” y de “Pasado-futuro hacia delante” permite cuestionar la temporalidad moderna que desarticula y subsume otras temporalidades y espacialidades a la lógica lineal y única del desarrollo productivo. Asimismo, desde la mirada relacional del territorio que mencionamos se cuestiona la separación moderna entre lo natural y lo artificial, al proponer un devenir-con de cuerpos-territorios híbridos, una especie de pachamama cyborg. Esto rompe con las visiones reduccionistas que ubican las luchas de mujeres y diversidades indígenas con posiciones tecnófobas. En los dos casos mencionados explícitamente, se expresa que el espacio virtual es también territorio de lucha.

Podemos denominar a estas prácticas técnicas como “otras-que-modernas”, reapropiándonos de los desarrollos de De la Cadena, ya que estas expresan su articulación con prácticas modernas pero señalan un exceso que desborda el monopolio científico-técnico de definición y producción de la realidad. Esto abre posibilidades de transformación y re-invención tecnológicas y políticas que habiliten un pluriverso donde diversos mundos puedan co-existir en un planeta dañado.

En síntesis, nos proponemos cartografiar diversas prácticas, debates teóricos y luchas de mujeres y diversidades que cuestionan al desarrollo tecnológico capitalista como la única opción posible. Aquí señalamos brevemente algunos enfoques críticos, los cuales tienen como punto en común una perspectiva relacional e interseccional del desarrollo de tecnologías, técnicas y prácticas técnicas. Consideramos que dicha perspectiva es potente para dar cuenta de las transformaciones contemporáneas y habilitar un espacio de una imaginación política otra-que-humana.

Figura 3. Tecnologías


¿Por qué desde el sur? ¿Qué sur?


Cuando hablamos de sur no nos referimos sólo a una ubicación geográfica, sino a toda construcción de otredad de lo que ha sido excluido, marginado, invisibilizado por el entramado que constituyen el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Esto es, el conjunto de saberes y prácticas que fueron suprimidas, borradas, arrojadas al margen o apropiadas por el poder hegemónico de una Modernidad con mayúsculas, que impuso sus ideas de verdad, de progreso, de humanidad excepcional y también de ciencia y tecnología.

Pero, también, hablar del sur remite a una ubicación geográfica/espacial, que adquiere especial relevancia para pensar las tecnologías, en tanto vivimos en países denominados “dependientes”, “periféricos”, “subdesarrollados”, "en vías de desarrollo" o del “Tercer mundo” que no son caracterizados como productores o desarrolladores de tecnologías, y más bien somos ubicados como consumidores.

Hablar del sur es subvertir las designaciones impuestas y jerarquizar el hecho de habitar "territorios fronterizos" (Anzaldúa, G. 2016) en términos epistémicos y ontológicos; esto es, entre los saberes hegemónicos y contra-hegemónicos, entre las high tech y low tech, entre las técnicas ancestrales y sus prácticas contemporáneas, en contradicciones que conviven, sin síntesis, en el territorio.

También es hablar de resistencias de conocimientos situados y encarnados contra las formas de conocimiento ilocalizables e irresponsables. Remitir al sur implica reconocer que los conocimientos son "parciales, localizables y críticos, que admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridad en la política y conversaciones compartidas" (Haraway, D. 1995, 329). Pero, además, no sólo el conocimiento está situado en el sur, sino también la imaginación que también está situada y encarnada, contra la imaginación que tiende a reproducir lo mismo, esto es, que no habilita una salida del capitalismo, el colonialismo y la heteronormatividad, por el contrario, la imaginación desde/del sur, narra/crea formas de vida alternativos.

Los feminismos del sur habitan, no sin dificultades y contradicciones, ese espacio fronterizo entre las disciplinas y los géneros académicos (Alvarado, M. 2020). Son activistas dentro y fuera de la academia tanto desde argumentaciones como desde narrativas, testimonios, relatos, ficciones e historias de otros mapas, otros recorridos y articulaciones que desbordan y fisuran el canon también de la filosofía de la técnica. Los feminismos que aquí convocamos abogan por tecnopoliticas del sur que desafíen los determinismos tecnológicos de los proyectos tecnoliberales (Olivares, M. y Torrano, A.  2023).

En síntesis: ante la instrumentalidad/ universalidad/ humanidad blanca,  el imperialismo/ productivismo/ dominio, la desposesión/ explotación/ extractivismo; apostamos por la sublevación/ insurgencia/ subversión/ revuelta/ revolución/ resistencia; para desaprender/ cooperar/ co crear; en reciprocidad/ solidaridad/ alianzas; e intervenir/ hackear/ refuncionalizar/ inventar para la reparación /reconstrucción/ recuperación/ rescate de un mundo herido.

Figura 4. Sur


¿Por qué tramar? ¿y qué tramamos?


“Tramar” es tanto una práctica técnica: “atravesar los hilos de la trama por entre los de la urdimbre, para tejer alguna tela”, como una estrategia política: “Disponer o preparar con astucia o dolo un enredo, engaño o traición” (Real Academia Española, s. f.). Las dos acepciones nos interesan. Tramar, tejer, hilar, coser son técnicas profundamente ligadas a la construcción de la identidad femenina o feminizada y a la creación de comunidades colaborativas, de cuidado, contención, reparación y regeneración. Tradicionalmente, a la vez que nos juntamos a tejer, se da la posibilidad de charlar, de contar historias, de cantar, de jugar, de imaginar, de maquinar. Dice Sadie Plant “la producción de tejidos siempre pone en juego cierto excedente” (Plant, S. 1998, 67); tramar nunca es sólo disponer hilos según una matriz dada, es también la posibilidad política de tramar el enredo, el nudo y el nodo, el amorío infiel, la filiación estratégica y la construcción de nuevas matrices para nuevos patrones, para nuevas historias, para nuevas técnicas y tecnologías.

Tal y como lo entendemos aquí, tramar es, también, una forma de poiesis, de simpoiesis en una ontología relacional y dinámica, en una episteme radicalmente situada y en política postantropocéntrica, postdualista, descolonial y (trans)feminista.

Conocer puede ser también tramar, (des)tejer con cuidado, anudar y entrelazar con otres, humanos y no-humanos desde un lugar situado, artesanal y colectivo que resista a las lógicas de la eficiencia y eficacia de los resultados estandarizados, aquellos que borran las marcas, los sujetos que los producen, así como la urdimbre y los reveses remendados de la trama, porque se trata de tejidos con costuras (Pérez Bustos, T. 2016), con remiendos, con historias.

Nos resulta pertinente tramar una práctica de pensamiento tentacular como afirmación de imaginarios de futuro, vinculados a reflexionar sobre un tejido de relaciones sociales/naturales/técnicas en contextos situados, proponiendo la observación de esas relaciones (y sus definiciones) desde un sistema de red y no desde una mirada basada en el excepcionalismo humano. El pensamiento tentacular está asociado a la observación de las redes de procesos en los que hay que involucrarse y volver a diseñar, porque hay mucho por reconstruir alejándonos de los relatos del hiperproduccionismo y la re-producción de lo mismo que propone la modernidad (Haraway, D. 2019a, 45). La teoría es cualquier cosa menos incorpórea, por lo que urge elaborar una narración de la vida colectiva que rechace las premisas posmodernas y modernas de naturaleza y cultura. Las miradas postnaturalistas posibilitan la construcción de nuevas tramas de teorías y acciones que deshagan los lazos tradicionales de parentesco intra e interespecie, vinculados a lógicas de dominación, y creen nuevos lazos de genealogía-parentesco y de parentesco-especies. Es necesario consolidar la importancia del bienestar para la diversidad de humanos y no humanos por fuera del instrumentalismo al servicio económico-patriarcal, que les coloca en el lugar de medios para obtener ciertos fines.

Los feminismos han sabido evidenciar la imbricación simultánea de las opresiones que ejercen el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo en Latinoamérica. La producción de conocimiento se teje desde la crítica a la maraña sexista, racista y clasista tramando patrones de diferencias que importan en nuestro sur. Desde las luchas comunitarias, en especial de las mujeres y diversidades, en defensa de los bienes comunes, se plantea una mirada analítica, ecológica, holística y relacional, en torno a la noción de vida como un tejido, una trama de interdependencias. Nuestros feminismos enseñan acerca de las urdimbres saber/hacer, naturaleza/cultura, humanos/no humanos, material/espiritual que hacen que las tramas sean relacionales, colectivas y comunitarias; en oposición a las impuestas relaciones jerárquicas: antropocéntricas, coloniales, clasistas y patriarcales. Las relaciones nos hacen, por lo que el conocimiento se entreteje desde la interdependencia, la interrelación, la reciprocidad, la complementariedad y el cuidado. Las investigaciones feministas se traducen en articulaciones de saberes ancestrales y nuevos, prácticas y quehaceres, sentires y experiencias. Entonces el tejido es material/discursivo y es narrativa de resistencias, re-existencias y memorias colectivas. Anudar, (des)enredar, hilvanar, coser, hilar, remendar, trenzar, entrelazar, torzar. Estamos entrelazándonos, tramando juntes otras formas y figuras para otros mundos más-que-humanos posibles.

Figura 5. Trama


Hacia una trama simpoiética


Tramamos y nos entramamos en una filosofía de la técnica y la tecnología con perspectiva feminista y con una mirada desde el sur, en diálogo con otras disciplinas, saberes y prácticas. Sabemos que esto implica asumir el riesgo de cuestionar el campo de investigación de la filosofía de la técnica que continúa generizado y reproduce en sus investigaciones una visión con múltiples sesgos y exclusiones. Sabemos, además, que este llamamiento supone una demanda, que no sólo se resolverá con una mayor incorporación de mujeres y diversidades en el campo de la filosofía de la técnica, sino que también aboga por una inclusión de la perspectiva feminista transversal sobre la técnica y la tecnología. Entendemos que los estudios feministas sobre técnicas y tecnología hacen importantes contribuciones a la filosofía de la técnica, como también a los de ciencia, tecnología y sociedad. Es necesario que estos campos de investigación hagan tambalear sus cimientos, para darle lugar a la perspectiva feminista, y así superar su "ceguera de género" (Wajcman, J.  2006).  

Somos conscientes que la disputa no es sobre quién tiene el control de la tecnología, sino que en ella misma, se encarna el género y sus desigualdades en múltiples intersecciones con otras opresiones. Frente a los usos y abusos sexistas, racistas y clasistas de la tecnología, los estudios feministas y desde el sur de la técnica y la tecnología compatibilizan la reacción activista y la reacción académica y el compromiso político con una epistemología situada y responsable. Es urgente la discusión epistémica y política sobre la técnica y la tecnología. Los feminismos situados en el sur, desde hace tiempo, vienen dando estas batallas. Es momento que se le pueda dar cabida, de una manera seria y respetuosa, en la filosofía de la técnica. Por eso los estudios feministas sobre técnica y tecnología no pretenden construirse en un gueto más, donde muchas veces se ha encasillado a los estudios de género y feminismo, sino construir problemáticas comunes desde un posicionamiento transversal de los feminismos.

Apostamos por la trama simpoiética, ya que nos permite entrelazar múltiples miradas sobre la tecnología y los feminismos que se resisten a los corset disciplinares que han separado la filosofía de la técnica de los estudios feministas, así como también dialogar con diversas disciplinas y activismos. Porque de lo que se trata es de ampliar la mirada, de construir pensamientos colaborativos, de conectar, de tejer alianzas que permitan transformar(nos). En definitiva, de crear mundos más habitables, más responsables y más cooperativos.

Figura 6. Simpoiéticas del Sur


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[1] Ver: https://abtec.org/

[2] Para más info consultar: https://www.ifrc.ca/

[3] Ver: https://indigenousfutures.net/other/past-future-forward/